La tecnología es una extensión de las capacidades del ser humano (1964; McLuhan and Fiore, 1967). Por ejemplo, el teléfono es una extensión de nuestro oído, la televisión de nuestra vista y oído, y la computadora, de nuestra mente. Si aplicamos este concepto a las Nuevas Tecnologías de la Comunicación, podemos decir que amplían nuestras capacidades de diseño, fomento, desarrollo y difusión de la información.
Las Nuevas Tecnologías han dado lugar a un nuevo sistema de comunicación que integra los medios tradicionales con medios digitales, redes de telecomunicaciones, telemática, dispositivos portátiles, etc.
Las Nuevas Tecnologías generan una gran cantidad de información que el comunicador debe estar en condiciones de transformar en conocimiento útil y beneficioso para la sociedad. En pleno siglo XXI, el comunicador no solo debe ser hábil con la pluma, sino también con los últimos adelantos tecnológicos.
Hoy en día, las nuevas empresas de comunicación reconocen la innovación tecnológica como una necesidad de superación y se organizan para ofrecer un producto que les permita expandir las formas de comunicación con los receptores e interactuar con más y nuevos mercados.
Estos cambios son ya una realidad y los comunicadores, comprometidos con el desarrollo de la profesión, debemos estar preparados para afrontarlos de manera que se conviertan en una ventaja para nosotros.